PATORUZÚ - Patoruzú (segunda parte)
Las características de Patoruzú como personaje:
La identidad de Patoruzú sufrió varios retoques durante los primeros años. Comenzó como un personaje humilde, taciturno e ignorante, a cargo de un tutor porteño de más educación; las historietas iniciales emplearon este contraste para destacar la paralela diferencia de actitudes entre el malicioso tutor, que daría eventualmente lugar a otro personaje duradero, Isidoro Cañones, y el bondadoso e ingenuo indio.
Sin perder la esquemática contraposición moral, Quinterno retocaría posteriormente la historia, transformando a Patoruzú en un poderoso aunque benévolo estanciero. Su generosidad con el dinero y la avaricia de los malvados sería las más de las veces el eje de la dinámica de las historias. Desde el comienzo contó con una fuerza prodigiosa, que se complementaría en el transcurso de su evolución con otros sentidos y habilidades sobrehumanos, en especial la fiereza y el olfato. Por otra parte, aunque los primitivos rasgos con los que el cacique tehuelche apareció por primera vez en 1928 difieren bastante de los actuales, su fisonomía se consolidó a partir de 1936, con la publicación de su propia revista.
Es así que, físicamente, el personaje fue evolucionando con su personalidad. Al principio poseía una figura gruesa, desgarbada y algo encorvada (click aquí), pero con los años se consolidó como un delgado, musculoso y erguido indio. Su indumentaria consiste en un poncho amarillo, pantalones arremangados en la botamanga, ojotas, una vincha recogiendo la recia cabellera negra larga hasta los hombros, una pluma y unas eficientes boleadoras que penden de su cinto.
Patoruzú posee una fuerza física inquebrantable que proviene de tres componentes diferentes combinados, uno es una privilegiada alimentación infantil (el hueso del sagrado buey Apis que su padre le dejó), otro son sus baños en las aguas termales de las tierras de la Patagonia, y el tercero es la fuerza de sus antepasados que emana ni bien la necesita.
Las armas de Patoruzú son el arco y la flecha, que sólo son utilizadas como arma de duelo, manejándolas con gran destreza, las boleadoras, que usa meramente para detener al enemigo y nunca como arma contundente, y sus propio puños, que son su arma principal. Posee una enorme nariz (fuente de constantes bromas) que le proporciona un excelente olfato, lo que lo convierte en un gran rastreador, ya que además cuenta con un prodigioso sentido de la orientación. Es capaz también de correr a enormes velocidades (se lo ha visto patear un centro y cabecearlo él mismo en un partido de fútbol).
Sus pulmones logran provocar verdaderos vendavales cuando cree conveniente dar un gran soplido y los dedos gordos de sus pies tienen una forma peculiar que caracteriza a todo su linaje, están erguidos, apuntando hacia arriba. Patoruzú resuelve con frecuencia sus problemas acudiendo a la pura fuerza física, y, gracias a ello, se arroja impulsiva y descuidadamente en el peligro, y sale airoso la mayoría de las veces.
Patoruzú posee una pluma en su cabeza que indica su posición de cacique. Esta característica la instaura él, porque en realidad los caciques deben llevar tres plumas, pero, por respeto a su padre, él sólo lleva una.
Muchas veces su ingenuidad le jugó una mala pasada, y su complejo de fealdad fue una eterna traba en su relación con las mujeres (aunque alguna vez se enamoró, como se puede ver haciendo click aquí).
Alguna vez Dante Quinterno definió a su indio Patoruzú como "un hombre simple y sencillo, que es la antítesis del egoísmo, sumamente modesto, jamás presuntuoso y de gran sensibilidad, dentro de su fuerte carácter masculino" (click aquí para ver la nota completa).
PARANDO LAS BALAS
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LOS OTROS PERSONAJES DE LA TIRA

 

El padrino de Patoruzú:
Como se mencionó anteriormente, Isidoro apareció por primera vez como propietario de un circo, donde Patoruzú derrotaría a su luchador estrella (Juaniyo). Luego de eso, ante un Isidoro quebrado económicamente, una gitana leería en la mano de Patoruzú que Isidoro estaría destinado a acompañarlo, y éste termina apadrinándo al indio (click aquí). Con el correr del tiempo, se fijará la identidad de Isidoro; es la contraparte urbana, sibarita y holgazana del indio bonachón e íntegro, y las tretas que elabora para vivir de su fortuna son uno de los principales motores del desarrollo dramático.
La personalidad de Isidoro es la antítesis del modelo de moral y rectitud que caracteriza al indio Patoruzú, pero su simpatía lo hizo tan popular que en 1940 surgió como protagonista de su propia revista. Es así como la personalidad de Isidoro aparece desdoblada, según se trate de su participación en las aventuras de Patoruzú (donde generalmente se lo menciona solamente como "padrino"), donde es un personaje irresponsable, timbero, interesado, vago, y desvergonzado, o en su propia historieta, donde es el más famoso playboy de la noche de Buenos Aires (click aquí).
Tanto Patoruzú como el aristocrático tío de Isidoro (el Coronel Urbano Cañones) intentan infructuosamente que Isidoro tome el buen camino, pero sin éxito. Isidoro no sólo es haragán y vividor, sino además miedoso a más no poder, enclenque y desconfiado. Sin embargo, su suspicacia y mundanidad desvelan las más de las veces las trampas en las que, sin él, su ahijado hubiera caído.
Es célebre su odio hacia Patora, de cuyos requerimientos amorosos escapa constantemente.
PATORUZU Y SU PADRINO
Pampero:
En Agosto del año 1936 se produce el arribo del feroz caballo Pampero (click aquí), fiel flete del cacique (en la serie “Indeseables del Turf”).
De origen salvaje y criollo, Patoruzú lo domó sin riendas, frenos, ni estribos, a lo largo de dos días con sus noches. Quizá porque jamás perdió su bravura, sería la montura adecuada para la fuerza de Patoruzú. A partir de allí, este zaino cimarrón, de ojos vivaces y patas firmes, mantuvo con el indio una irresistible corriente de simpatía, comprensión y amistad.
Pampero, poseedor de una excepcional inteligencia, es un fiel compañero del indio en las buenas y en las malas, e incluso, algunas veces, llegó a salvarle la vida.
Por otra parte, el caballo no deja que nadie más lo monte, y su intransigencia, teñida a veces de un toque de mala fe, hace fallar muchas veces los incansables intentos de Isidoro de aprovechar su velocidad en las carreras hípicas.
Click en el dibujo de la derecha para ver a Pampero junto a Patoruzú y Upa.
PAMPERO
 
La Chacha:
Aparece en Diciembre de 1936, en la serie titulada "Al campo del honor".
Malhumorada y autoritaria, es el ama de crianza de Patoruzú (lo crió cuando éste quedó huérfano). Es también su "ama de leche" (o sea la nodriza que lo amamantó).
Criolla patagónica, astuta y desconfiada, es famosa por sus pocas pulgas. Comparte con Ñancul la administración de las posesiones del indio.
Su mayor virtud es la elaboración de unas míticas y riquísimas empanadas (en un capítulo llegó a preparar 5.000 para los festejos del casamiento de Patora, finalmente frustrado). Click aquí para verla cocinando.
Su arma más poderosa es el humo de su eterna pipa (al estilo Popeye), donde quema yuyos extraños y secretos, con los que logra ahuyentar a los malvados. De edad indefinible pero sin duda venerable, y dotada de una nariz no menos prominente que la del indio, lleva el cabello ralo en dos trenzas y viste vestidos de lunares recogidos y arremangados para facilitarle las innumerables tareas que desempeña en la estancia.
Temperamental y viril, tiene una conflictiva relación con Ñancul, no duda en golpear a los importunos (con sus poderosos y velludos puños), y detesta a Isidoro por su holgazanería, que contrasta con su incesante actividad.
Click aquí para ver un sello postal. Click en el dibujo de la derecha para ver otra imagen.
Ñancul:
Aparecería por primera vez en Marzo de 1937, y llegaría una y otra vez, a partir de ese momento, para ratificar las posesiones del Indio.
Es el capataz de las estancias de Patoruzú, aunque solo en lo formal, porque en la práctica, y por sus pocas luces, es la Chacha quien, en realidad, se encarga (en ausencia del cacique) de todos los asuntos de los campos patagónicos. Con ella, Ñancul mantiene una relación de amor-odio típica de un matrimonio, aunque no lo sean. Ñancul (cuyo nombre tiene origen Mapuche) es robusto, bigotudo, y está siempre vestido a la manera gaucha (con pañuelo al cuello, bombacha de campo, rastra a la cintura y botas de potro como calzado). Es incondicionalmente leal al indio, pero algo obstinado.
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ÑANCUL
Upa:
Debutó en el año 1937, en la serie “Upa y el misterio de la gruta”. El nombre de Upa viene de la interjección empleada por los niños pequeños para pedir que los tomen en brazos.
Es un hermano menor de Patoruzú. Según se contaba en ésta serie, por haber nacido deforme y sietemesino, y al estar privado de los rasgos atávicos de los Patoruzek (la fuerza sobrehumana, los pulgares desmedidos, y sobre todo el vibrante grito de ¡Huija! proferido al ver la luz), su padre lo encerró en una cueva para preservar el honor de la familia. Es inexplicable cómo sobrevive en la gruta hasta que su hermano mayor, ya adulto, lo descubre allí y lo lleva consigo a la ciudad.
Al principo, su vocabulario se reducía a una única palabra: "Turulú" y se comportaba casi como un bebé. Con un desmesurado aspecto físico (posee un vientre prominente, y es alto a pesar de sus piernas cortas y rollizas), y con un acotado desarrollo intelectual, irá cobrando más entidad y educación en tiras posteriores (sobre todo a partir de 1961), y en las definitivas es ya alumno de educación secundaria, aunque no ha abandonado la afición por la leche; posee también algún vestigio de la fuerza de los Patoruzek, aunque limitada a proporcionar “panzazos” a sus oponentes. Usa, como Patoruzú, poncho, vincha y una pluma.
Es ingenuo, aunque no tanto como su hermano, y tímido en extremo; habla con alguna dificultad, y es cómplice de Isidoro en algunas de sus estratagemas, aunque su rectitud lo hace desistir de ellas en cuanto los verdaderos propósitos de éste se hacen patentes.
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Patora:
Apareció en Diciembre de 1959, en la tira "Solterita y Sabrosona". Es la hermana menor del cacique, y tiene como origen una historia menos truculenta que la de Upa. Los hermanos la creían muerta en su niñez, contagiada de viruela en una visita a Punta Arenas, donde vivía su abuela "Patora Grande". Pero en realidad la abuela la había conservado consigo, y enviado luego a un convento para su educación, donde había acabado su educación primaria. Cuando aparece en escena por primera vez, y para sorpresa de su familia, ya ha concluido sus estudios.
Apartada de los hombres por la fuerza, su salida del convento no hizo más que despertar sus instintos románticos; tanto es así que Patora está obsesionada por conseguir pareja, una tarea dificultosa dada su falta de encanto físico. Inclusive, la fealdad de Patora generalmente puede más que la fortuna de su hermano a la hora de enganchar marido. Siendo enamoradiza de tiempo completo (aunque con rasgos tanto masculinos como femeninos), la búsqueda de un candidato que la corteje es siempre su única razón de ser. Esta obsesión es, también, su mayor frustración. Así, las apariciones de Patora en la historieta se reducen a una fórmula de comedia de enredos: se escapa del convento, Patoruzú se enoja primero con ella pero luego la perdona, se enamora perdidamente de algún rufián y luego todos deben impedir que haga alguna locura (como casarse u obligar al novio a casarse); al final, salvada la situación, se enamora de algún otro y Patoruzú la envía al convento de vuelta en avión. Una vez se enamoró de Isidoro, y se enemistó a muerte con éste cuando la rechazó inequívocamente, pero no tiene siempre esa lucidez para percibir cuando no es deseada. Es dueña de una personalidad tan fuerte como la de su hermano mayor, por lo cual suelen pelearse, aunque siempre la sangre puede más y se reconcilian; esto no quita que Patoruzú use la fuerza para castigarla, dándole nalgadas como si fuera su padre. En su forma de hablar es característica la inexistencia del género masculino, sustituye todas los artículos "el" por "la", y siempre se refiere a los hombres de quienes se enamora como "mi tipo".
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PATORA
Urbano Cañones:
Este "Coronel en retiro", apareció por primera vez en Agosto de 1939, en la serie denominada "El irascible Coronel". Siendo el tío de Isidoro, es el único personaje (aparte de éste) que comparte las historias de Patoruzú con las de Isidoro en sus propias tiras. Es un "hombre de honor", aristócrata conservador y reticente.
Calvo, de enormes cejas e impecablemente trajeado cuando no está de uniforme, el coronel es la contrapartida absoluta de su sobrino, y cercano, en buena medida, al mismo Patoruzú, ya que es recto, nacionalista, austero y rico. Soltero, y forjado en la rígida disciplina militar, busca, al igual que el indio (aunque también en forma infructuosa), enderezar los hábitos de Isidoro, al que apostrofa con vehemencia.
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Mandinga:
Aunque los rivales de Patoruzú van variando con cada historieta, puede decirse que el principal enemigo del indio es Mandinga (es decir, el diablo). Usa un frac ajustado, botines con polainas, capa con esclavina (de la cual surge una cola inconfundible), guantes blancos y una galera chanfleada sostenida en equilibrio por los cuernos de la frente.
Aunque no aparece con frecuencia, es considerado el villano principal de la tira, y suele perder la paciencia ante la inmensidad de obras de bien que realiza el cacique. Esta especie de Lucifer criollo tiene una obsesión: apoderarse del alma de Patoruzú, para lo cual debe previamente vencerlo. Es por eso que, con este personaje, el cacique tuvo varios enfrentamientos memorables (incluso retándose a duelo en una payada).
 
Los padres de Patoruzú:
La madre de Patoruzú (llamada Patora, como todas las mujeres de la familia desde la princesa de Napata que diera origen a la dinastía) murió después de dar a luz a su tercer vástago, Patora, y no aparece en la historieta.
El padre (el Tata), falleció aparentemente también cuando Patoruzú era muy pequeño, y suele aparecer muy orondo en cuadros, o participando en flashbacks, donde se lo muestra como un valiente cacique que dirigió correctamente a su pueblo.

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